31.10.13

El internado perdido en el bosque



Vamos a darle un poco de vidilla al blog, que empieza a pegarle el nombre no sólo por el contenido, sino también por el continente y tampoco es plan.

Esta fue una de esas visitas “raras”. Aprovechando un viaje en familia les engañe/convencí para pasarnos por este sitio. La parte buena es que les gustó bastante, la mala es que tuve que andar haciendo fotos con bastante prisa y seguro que me pasé cosas por alto, pero lo cierto es que en resumen la experiencia no estuvo mal.

El sitio era bastante grande, hasta el punto en que lo mejor era meter el coche directamente dentro y moverse con el.  Como siempre, lo ideal es empezar de dentro a fuera, así que empezamos por la parte más alta del lugar. En lo alto de un montículo estaba esta pequeña construcción con estilo griego o romano con un pequeño altar. Lo primero que pensé, medio en broma, que sería el lugar ideal para sacrificar a los novatos que no pasaran las pruebas de admisión, pero al no haber manchas de sangre lo descarté.



En la zona de los jardines encontramos varios templetes más, como este. Resultaba sorprendente la falta de pintadas o destrozos mayores.

 
 

Esta fuente seca no tuvo tanta suerte. No son pintadas propiamente dichas, pero sí que se aprecia que habían vertido pintura azul sobre las estatuas y parte de la fuente. 

 
 

En la zona alta se encontraba lo que debió ser la zona común, con las oficinas, salas de profesores y demás. Lo más impresionante era la entrada con adornos en piedra verde que aún se conservaban bien. No hacía falta mucho esfuerzo para imaginar aquello sin los escombros, con ese aspecto entre casi de templo.

 
 

El mismo tipo de piedra verdosa se había utilizado para los peldaños de la escalera principal, que subía hacia el segundo piso entre paredes forradas de madera que incluso a pesar de los años y de haber empezado a pelarse aun daban impresión de seriedad y sosiego.

 
 

En ese mismo edificio encontramos varias habitaciones curiosas. Esta en concreto llamaba la atención incluso mientras te acercabas por el pasillo debido a una curiosa luz verde que salía de ella. Si bien es cierto que quedaban algunos cristales de ese color, lo cierto es que la luz tenía aquel color intenso simplemente por el reflejo del sol en los árboles y plantas de fuera. En la foto de larga exposición  (6 segundos) se aprecia tal y como lo veian los ojos al acostumbrarse a la escasa luz del lugar, pero la primera impresión, con todo oscuro y aquella luz verde era de lo más curiosa.

 
 

En esta otra imagen se pueden apreciar también los arboles fuera, pero en este caso la maleza era mucho menos frondosa y la luz no era tan verde. Lo que llamaba más la atención aquí era el hecho de que aquella ventana comunicaba dos habitaciones, y había tenido barrotes, ahora cortados.



Lo que más me llamó la atención fue la sala del cine. En este caso volvía a aparecer la luz verde de fuera, pero en este caso bastante más tenue. El cine, como todo el que se precie, estaba muy en penumbra y apenas se veía nada hasta que la vista no se acostumbraba a la penumbra.

 

 
En el edificio aledaño, separado del que habíamos estado pero comunicado por una pasarela superior contenía lo que parecían ser clases y laboratorios.  Me llamó la atención esta gráfica con las notas de informática (que cada año iban a peor) con el logo de mi viejo Amstrad. Estas debían ser auténticas clases de 8 bits… De la “vieja escuela”, vamos.

 
 

Nos movimos al siguiente edificio que parecía ser de dormitorios. En la planta baja estaba lo que debió ser la “discoteca”. En este caso los “graffiti” debieron ser los que estaban cuando el lugar estaba en uso, sobre todo porque son mucho más “formales” que los que nos solemos encontrar por ahí.

 
 

En la planta alta nos encontramos con estas reliquias de tiempos pasados: cabinas de teléfono. Puertas de madera con cristales hoy rotos y sólo los restos de cables en el interior. Hubiera estado bien haber encontrado algún viejo teléfono que fotografiar, pero no hubo suerte. Ahora con los móviles este tipo de cosas van a ser dificiles de volver a ver.

 
 

Las plantas altas estaban repletas de dormitorios. Por el aspecto y la profusión de maderas podrían tratarse de los cuartos de los profesores. Lo que sí es seguro es que las vistas eran de lo mejorcito por allí.

 
 

Continuamos bajando y encontramos lo que debieron ser pequeños comedores o salones de actos, con sus enormes chimeneas y salas relativamente espaciosas. Los colchones debieron de ser de gente que los había usado para pasar la noche hace relativamente poco, porque no estaban en mal estado y si totalmente fuera de lugar.

 
 

Un poco más abajo estaba la impresionante piscina cubierta. En realidad eran dos, una mucho más grande que la otra pero ambas igual de profundas.

 
 

En este tipo de sitios siempre preocupa un poco ver los restos de aislante por el suelo, por aquello del amianto. Al estar el sitio abierto y sin viento en ese momento no nos alarmamos demasiado, pero por si acaso no nos entretuvimos más que para hacer unas cuantas fotos.

 
 

Por último llegamos al edificio principal, que estaba derruido en buena parte debido a un incendio. Esta era la impresionante parte trasera, donde también se encontraban las cocinas.

 
 

Sobre ellas estaba lo que debía ser el comedor principal. Comparado con los que habíamos visto en los otros edificios estos eran enormes.

 
 

En la parte exterior, en una de las pocas zonas que no se había visto afectada por el fuego,  nos encontramos esta vieja estructura habitual antaño en los parques infantiles, pero que resultaba bastante más rara en el interior de un edificio.



Al fondo del edificio encontramos pequeñas cocinas , tal vez para el uso de profesores o del personal del edificio.

 
 

También junto a las anteriores encontramos baños, pero en este caso con enormes bañeras y mejores vistas.

 
 

Por desgracia la parte superior tenía difícil acceso, principalmente porque la parte baja de las escaleras había sido cortada con soplete. 

 
 

Con más tiempo hubiéramos subido por estos tejados exteriores a las plantas superiores, pero algo me decía que apenas íbamos a encontrar pasillos y habitaciones vacías.

 
 

No puede faltar en ninguna visita de estas características la típica foto del pasillo perdiéndose en la lejanía.

 

 
En la tarjeta de memoria se quedaron esta vez un buen número de fotos que por las prisas no acabaron de salir del todo bien, y probablemente allí aún queden mil detalles que merecerían ser fotografiados, y tal vez un día frío y lluvioso en lugar del soleado que nos tocó pasar allí diera más ambiente a las fotografías, pero aún así el resultado me pareció bastante decente.

Evidentemente mis suposiciones sobre el uso de los sitios y lo que era cada lugar pueden estar bastante erradas. Si algún exalumno quiere corregirme estaré encantado de leer sus comentarios, pero ya sabéis… No digáis donde está el sitio…. ;)

Salu2!