19.10.11

Colaboraciones: El pueblo abandonado de Belchite

Mas cerca de lo que nos pensamos los que residimos en Zaragoza (30 minutos en coche) tenemos unas de las ruinas más famosas de la Guerra Civil española, triste episodio que se resiste a poder ser superado y olvidado de una vez definitiva.

En lamentable estado de abandono encontramos junto a Belchite nuevo lo que se ha denominado como el pueblo viejo de Belchite, escenario nocturna de tan buenos episodios radiofónicos.
Realmente interesante es visitarlo durante días de tormenta y niebla así como aprovechando el buen clima durante el verano para hacer excelentes fotografías nocturnas.




Resalta el buen estado de conservación de algunos edificios como puede ser el de la entrada principal por la parte nueva tal y como podemos apreciar en la siguiente foto




Varios conventos (de San Agustin y de San Rafael) e iglesias (San Martin de Tours y San Juan) se ubicaban en esta villa, dando una clara muestra de su importancia en aquellos tiempos.






Entrar a sus edificios derruidos y observar su actual estado hace que nos preocupe, y mucho, documentar lo mejor posible estos vestigios de tiempos no tan lejanos.




Realmente peligroso es callejear por sus calles así como aventurarse a entrar en unos edificios que inexplicablemente se mantienen en pie.






Pese a todo, en este pueblo se pueden disfrutar de momentos más frecuentes en postales y cuadros durante los atardeceres.




Hay sitios que parecen tener vida propia y cambian de un mes para otro, como puede ser la famosa cochera con el 2CV






Recomendamos una visita a este pueblo como desde aquí recomendamos a las autoridades se pongan a trabajar en intentar conservar siendo fieles a la naturaleza de las ruinas.

Miguel Angel Gomez, www.ruralphoto.es

4.10.11

Molino hidroeléctrico abandonado

Tras el picnic de rigor nos dirigimos al siguiente objetivo. Se trataba de un pequeño molino, aunque no del tipo del que se viene a la cabeza cuando piensa en molinos, ya que este ni tenía aspas ni servía para moler grano, sino que utilizaba la fuerza del agua del río para producir electricidad.

Después de un paseo largo y caluroso, aunque ameno paseo llegamos a nuestro destino. El lugar era poco más que una pequeña nave sobre el río, rodeada de bastante vegetación.



Sólo había una gran estancia de techos altísimos. Normalmente este tipo de sitios tan pequeñitos suelen ser una decepción, pero en este caso, gracias a la maquinaria y a los detalles que habían sobrevivido al vandalismo nos llevó bastante rato fotografiar aquel pequeño lugar.



La maquinaria consistía en dos generadores independientes. Dos ejes bajaban hasta el río donde unas palas los hacían girar con la fuerza de la corriente. El eje hacía girar un plato dentado (el más cercano en la foto) que comunicaba mediante un engranaje con el generador eléctrico.



Un detalle curioso es que los dientes de engranaje no eran metálicos como parecía a simple vista. Un examen minucioso revelaban que eran de…. ¡madera! La explicación, provista por mi amigo y guía Nano era lógica, una vez analizada. Las averías y atascos en estos sistemas debían ser relativamente frecuentes. En caso de bloqueo, de tratarse de dientes metálicos, estos se doblarían y encajarían, haciendo muy trabajosa la reparación. Con los dientes de madera, los dientes, en el peor de los casos, saltarían por los aires. Luego sólo hacía falta desmontar la pieza entera y sustituirla por una nueva. De hecho, había una de repuesto apoyada en la pared del fondo.



En la dinamo encargada de transformar el movimiento en energía eléctrica aún se conservan los juegos de bobinas de inducción de cobre con su color característico. Otro detalle curioso era el soporte de dichas bobinas, hecho de una especie de cartón.



Personalmente, toda esta combinación de fuerza y dureza (acero y metal) con delicadeza (cartón y madera) tenía una especie de encanto poético. Probablemente los sistemas actuales deben ser todo fibras sintéticas y cerámica, mucho más eficientes y duraderos, pero con mucho menos encanto que los de estos viejos monstruos mecánicos.



Para reparar la enorme maquinaria la nave estaba provista nada menos que de una enorme grúa de puente. Con sus cadenas y poleas sería capaz de levantar las enormes piezas sin mayor problema, y moverlas a todo lo largo de la pequeña nave.



Todo el sistema de compuertas para regular el flujo del agua se manejaba desde dentro de la nave. El método era totalmente manual, usando estas ruedas que recordaban el timón de un navío.



Las compuertas, en el exterior, contaban con un sistema de engranajes para mover las pesadas hojas de metal a partir de los “timones”.



El detalle macabro lo tenéis aquí debajo.



Evidentemente el bicho no fue a morirse en esa postura rara sobre el eje del generador, sino que algún visitante con pocos escrúpulos higiénicos lo puso allí desde el suelo. El bicho tiene un importante magnetismo fotográfico: todas las fotos que he visto del lugar incluyen una (o varias) tomas del felino momificado.



Para el tiempo que lleva el molino abandonado el estado es sorprendentemente bueno. No faltan las pintadas, como casi siempre, pero al menos la maquinaria se mantiene relativamente intacta. Solamente alguien se había dedicado a desmontar uno de los frenos hidráulicos de una de las dinamos, aunque debió de tratarse de curiosidad más que de robo, ya que las piezas seguían por allí junto a una importante cantidad de líquido hidráulico. Por ahora el difícil acceso en vehículo al lugar lo ha mantenido a salvo de los chatarreros. Veremos cuanto tiempo permanece así….



La exploración fue realmente corta. Ya digo que el lugar es sólo una nave y punto. Otra cosa fue tirarse allí casi dos horas buscando ángulos y encuadres para las fotos. Y es que como se dice por los foros de exploradores: si hay óxido hay alegría. Y allí había mucho metal oxidado.


Salu2!